miércoles, 31 de marzo de 2010

Ma quanto ...


¿Cómo se puede ser tan " rincoglionita"*?, es lo que pensé ayer cuando llegue al metro y lo seguí pensando hasta bien entrada la noche.
Hacía bastantes días que no hacía de las mías, como bien sabéis soy un poco desastre y me sucede de todo, pues ayer me gane el apelativo de rincoglionata al máximo.

Tras una tristísima  tarde de trabajo, me sumergí en mi país de las maravillas tenía que llevarle el complejo vitamínico al sombrero loco, llevaba pidiéndomelo desde hacía más de una semana, así que no podía fallar. Salí hacía el metro ,disfrutando del paseo, cruzándome con personajes, intercambiando sonrisas y disfrutando de la voz de Madeleine Peyroux que me cantaba al oído y al  llegar al metro paso el bono metro y no me abre la puerta, yo evidentemente me obstinaba en pasar ,pero la puerta no abría.

De pronto descubrí que no era un bono metro si no el bono bus que me había dejado en herencia mi amigo José; no es que haya muerto si no que se ha ido a Barcelona a vivir y de herencia me ha dejado el bono bus y un portátil que no funciona, menudo amigo, menos mal que no era punta y nadie me vio insultar al lector d la estación .Busque mi bono metro pero no apareció. Lo mejor vino segundos más tardes cuando de Alicia pase a ser Mary Poppins y empecé a sacar artilugios de mi bolso buscando alguna monedita , en la cartera número uno cero y en el monedero menos todavía; así que empecé a sacar paraguas, bolsa de aseo, cargador, cremas, perfume, libro, CD, las llaves del reino; casa, casa, tienda, barco, coche, eso sí cuando las busco no las encuentro y ayer todas, todo ello bajo la atenta mirada de la chica de la ventanilla que cada dos segundos me preguntaba que deseaba, trayecto ida, ida y vuelta...
 La verdad que me sorprendía de la amplitud de mi bolso, al final del túnel entre la picadura de tabaco no se dé quien porque no fumo, vi unas moneditas, un euro reluciente por un lado, veinte céntimos por otro, dos por otro, al final logre reunir 1'37, pero el metro vale 1'40. Así que me toco ponerme a pedir dos centimos, porque la señorita de la ventanilla me repitió insistentemente que el precio eran 1,40 €.

Menos mal que una buena mujer que pasaba por ahí me dio lo que me faltaba para emprender el viaje. Eso si cuando estaba llegando a mi destino, a casa del sombrero loco, me di cuenta  me di cuenta que había olvidado el complejo vita mico que tanto me había pedido  que esta vez ni el bolso de Mary Poppins podía librarme de mi destino ...ma che rincolgionita che sono!!!! 


*Rincoglionito: ...

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