lunes, 19 de mayo de 2014

Agridulce


Hay personas en  la vida que hacen que tiempo se paralice; personas que están presentes muchos días  a pesar de no estarlo; personas con las que podrías pasar horas en silencio a pesar que el mundo se derrumbe a tus pies.

Personas que hacen reír desde dentro, hasta cuando no tienes ganas, y cuando estas con ellas te sientes seguro, sin miedo a nada ni nadie. Tal vez serías capaz  hasta de saltar al vació sin mirar solo porque sabes que cuando caigas ahí estarán, para levantarte o simplemente darte la enhorabuena por el salto.

Estas personas suelen ser discretas, silenciosas, cautas.

 A veces son como el polo norte y tu el polo sur. En mi caso es así.

Pero a pesar de ello,de ser el día y la noche,nuestras piezas encajan a la perfección  hasta el punto que desearía ralentizar las saetas del reloj cuando las tengo cerca. 
Aunque el tiempo sigue su curso, no perdona, es inútil luchar contra él, sentirse como el capitán garfio no sirve de nada.  El tic tac tic tac suena haciendo cada minuto más fugaz pero intenso. 

Estas personas son aquellas que echas de menos antes de que vuelvan a partir porque se han instalado en tu corazón con semejante honestidad que nada puedes hacer para olvidarles; te dejan un sabor agridulce, una mezcla entre azúcar y hiel.

No se si por fortuna o por desgracia  cuento con varias personas así en mi vida.

 Normalmente las echo de menos con sosiego pero cuando regresan son como un huracán que me arrastra a nuestro espacio, a nuestro mundo, a nuestra dimensión donde solo nosotros somo capaces de comprender nos como nadie será capaz de hacerlo jamás y cuando marchan dejan un vacío que a veces cuesta rellenar.

Ell@s hacen que siga creyendo que la vida vale pena y por ello hoy he vuelto a escribir porque tengo que dar las gracias a una de esas personas con las que los silencios nunca son incómodos y es una pieza importante en el puzzle de mi vida.

Porque como decía Jorge Luis  Borges :


"Existen personas en nuestras vidas que nos hacen felices 

por la simple casualidad de haberse cruzado en nuestro camino. 
Algunas recorren el camino a nuestro lado, viendo muchas lunas pasar, 
mas otras apenas vemos entre un paso y otro. 
A todas las llamamos amigos y hay muchas clases de ellos. 

Tal vez cada hoja de un árbol caracteriza uno de nuestros amigos. 
El primero que nace del brote es nuestro amigo papá y nuestra amiga mamá, 
que nos muestra lo que es la vida. 
Después vienen los amigos hermanos, 
con quienes dividimos nuestro espacio para que puedan florecer como nosotros. 
Pasamos a conocer a toda la familia de hojas a quienes respetamos y deseamos el bien. 

Mas el destino nos presenta a otros amigos, 
los cuales no sabíamos que irían a cruzarse en nuestro camino. 
A muchos de ellos los denominamos amigos del alma, de corazón. 
Son sinceros, son verdaderos. 
Saben cuando no estamos bien, saben lo que nos hace feliz. 

Y a veces uno de esos amigos del alma estalla en nuestro corazón 
y entonces es llamado un amigo enamorado. 
Ese da brillo a nuestros ojos, música a nuestros labios, saltos a nuestros pies. 
Mas también hay de aquellos amigos por un tiempo, 
tal vez unas vacaciones o unos días o unas horas. 
Ellos acostumbran a colocar muchas sonrisas en nuestro rostro, 
durante el tiempo que estamos cerca. 

Hablando de cerca, no podemos olvidar a amigos distantes, 
aquellos que están en la punta de las ramas 
y que cuando el viento sopla siempre aparecen entre una hoja y otra. 
El tiempo pasa, el verano se va, el otoño se aproxima y perdemos algunas de nuestras hojas, 
algunas nacen en otro verano y otras permanecen por muchas estaciones. 
Pero lo que nos deja más felices es que las que cayeron continúan cerca, 
alimentando nuestra raíz con alegría. 
Son recuerdos de momentos maravillosos de cuando se cruzaron en nuestro camino. 

Te deseo, hoja de mi árbol, paz, amor, salud, suerte y prosperidad. 
Simplemente porque cada persona que pasa en nuestra vida es única. 
Siempre deja un poco de sí y se lleva un poco de nosotros. 

Habrá los que se llevarán mucho, 
pero no habrán de los que no nos dejarán nada. 
Esta es la mayor responsabilidad de nuestra vida 
y la prueba evidente de que dos almas no se encuentran por casualidad."

Gracias por creer en mi. 




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